Sebastián Acevedo Becerra:
El padre que le grito al mundo que en Chile se torturaba

“ !Que la CNI devuelva a mis hijos! ¡Señor, perdónalos a ellos y perdóname a mí por este sacrificio…!” Las palabras de Sebastián Acevedo Becerra, moribundo tras inmolarse a lo bonzo frente a la Catedral de Concepción, la tarde del viernes 11 de noviembre de 1983, aún resuenan en la memoria local.

Pasadas las 15:30 horas de ese día, Sebastián había llegado con sus ropas empapadas en combustible hasta el frontis del principal templo penquista donde explicaba a viva voz su urgente demanda: quería saber dónde estaban sus hijos, María Candelaria y Galo Fernando, que habían sido detenidos por efectivos de la CNI el 9 de noviembre, sin que hasta ese momento se supiera su paradero.

Fue un fotógrafo que trabajaba en la Plaza de la Independencia aquella tarde, el que hizo los únicos registros que se conocen de Sebastián abrazado por el fuego, imagen que dio vuelta al mundo, lo mismo que este trágico hecho ocurrido a diez años del inicio de la dictadura civil militar el Chile.

El 14 de noviembre, en medio de una impresionante multitud, el cuerpo de Sebastián fue sepultado en el cementerio de Coronel, comuna donde vivía junto a su familia. La homilía estuvo a cargo del entonces Obispo Auxiliar de Concepción, monseñor Alejandro Goic, quien con sus palabras quiso recoger parte del sentir que llevó a este padre a sacrificar su vida por la de sus hijos. “¿Cuál era su angustiosa pregunta y búsqueda? ¿De qué se acusaba a sus hijos?… No hubo respuesta. El silencio y sólo el silencio, que aumentaron su angustia y su dolor de padre sacrificado. En esas circunstancias brota su decisión,
motivada por el amor…”
La historia de Sebastián Acevedo Becerra se convirtió en uno de los hechos más impactantes de la dictadura en la zona, durante la década de los ochenta.